martes, 15 de febrero de 2011

PREGUNTAS SOBRE INTEGRACION

Fuente: Internet
 1. ¿Existe una teoría integracionista? 
En las últimas cinco décadas del siglo XX, los fenómenos de integración se han hecho mucho más comunes. Características más actuales del mundo, como son la creciente globalización sobre todo en la década del 90, acompañado del predominio de un modelo económico de libre mercado el cual se nutre del intercambio entre los Estados-nación, ha hecho necesario adoptar medidas tendientes a mejorar la posición negociadora frente a otros Estados. Esto último se ha logrado por medio de los procesos de integración regional, que permiten a los países negociar como bloque. Los casos más conocidos en la actualidad son: MERCOSUR, NAFTA y la UE.
Cabe destacar por sobre todos los procesos de integración conocidos, el caso de la Unión Europea, el cual ha llegado mucho más allá de un aspecto sólo económico. Se ha creado toda una institucionalidad supranacional, con atribuciones en materias políticas, jurídicas, de defensa, sociales y económicas.
La formación de este tipo de bloques nace básicamente de una necesidad funcional, en que cada uno de los Estados que decide integrarse a un bloque, lo hace porque ve en ello una oportunidad de aumentar el bienestar de sus ciudadanos o simplemente por una cuestión de interés nacional. Es por esta razón que se ha optado por analizar los procesos de integración desde la perspectiva que nos entrega la teoría funcionalista de las relaciones internacionales, la cual parte del supuesto de la incapacidad del estado moderno de satisfacer las cada vez más complejas necesidades de interés nacional. Para colmar esa carencia, propone la creación paulatina de una red de organizaciones internacionales que irían asumiendo la gestión de sectores concretos (agricultura, energía, defensa, por ejemplo). Se gestaría así un sistema territorial de transacciones, encargado de satisfacer -con la colaboración de los gobiernos estatales- las necesidades de los ciudadanos. Así, poco a poco, surgiría entre los Estados, la conciencia de estar vinculados a los demás por una red cada vez más densa de intereses en común. De este modo se produciría una paulatina transferencia de las lealtades desde los estados hacia las distintas organizaciones supranacionales. Mediante este método, y a partir del desarrollo de la conciencia de las ventajas de la cooperación internacional, se eliminarían las actitudes ultra nacionalistas irracionales que según el funcionalismo son las causantes de los conflictos internacionales violentos.
Para efectos de esta investigación se tomará el ejemplo específico de la Unión Europea, por considerarlo como el proceso de integración más exitoso que se ha llevado a cabo desde de la Segunda Guerra Mundial, pudiendo observar en él una evolución permanente que fortalece cada vez más la unión del continente europeo, lo cual desde una perspectiva funcionalista, es lo que se necesita que suceda a nivel mundial para así lograr una definitiva paz mundial por medio de la creación de una federación de Estados mundiales.
Entonces se puede decir que la teoría de la integración es la extensión del poder de un grupo hacia un territorio anteriormente fraccionado. Esto implica la transferencia de la obediencia desde las distintas regiones y desde los distintos grupos a las autoridades centrales. Esta integración puede producirse de diversas modalidades y su objetivo no es sólo la creación de una unidad central fuerte, sino la construcción de un mercado único, el establecimiento de un código jurídico común, un sistema de transporte unificado y un sistema tributario extendido a todos los grupos. Es posible distinguir tres modelos de integración territorial: la conquista, aquí nos encontramos frente a un centro que toma la iniciativa del proceso de integración con el uso de la fuerza en la mayoría de los casos; la fusión, es un proceso lento de acercamiento progresivo entre los diversos grupos geográficamente contiguos, lo cual se puede ver facilitado por la percepción de valores e intereses comunes; y la irradiación, requiere la existencia de un símbolo central aceptado por todos los grupos como punto de referencia, además de una considerable homogeneidad étnica y la necesidad de un período prolongado, de manera que las capacidades del sistema se expandan al mismo ritmo que la tasa de movilización y de las expectativas de los grupos.
La Teoría de la Integración trata de conocer y comprender los cambios que se producen como consecuencia de la unificación de los mercados de diversos países en sus distintas fases o grados.
Hasta ese momento había un consenso general de que las uniones aduaneras permitirían una mejora del bienestar mundial y que serían un paso hacia el libre comercio. Viner demostró, en cambio, que las uniones aduaneras producían tanto efectos positivos como negativos. Todo proceso de integración económica implica un sistema de discriminación aduanera entre naciones ya que las importaciones de un mismo producto están sujetas a distintos aranceles y barreras dependiendo de que el país de origen pertenezca o no al grupo que se integra.
Esto implica que alguien se beneficia y alguien se perjudica. Los economistas utilizamos el concepto de óptimo de Pareto que se define como una situación en la que nadie puede mejorar si no es a costa de que otro sea perjudicado. No es posible hacer comparaciones objetivas entre dos situaciones diferentes si el paso de una a otra implica beneficio para uno y perjuicio para otro. No hay ningún juez en esta tierra con capacidad para sentenciar que el perjuicio que recibe uno queda compensado por el beneficio que obtenga otro.
Por tanto, al analizar los efectos de una integración económica, hay que partir de la base de que inevitablemente unos se beneficiarán y otros serán perjudicados y de que no podemos justificar éticamente ese perjuicio de ninguna forma.

DESCRIPCIÓN TEORÍA DE LA INTEGRACIÓN
La Teoría de la Integración del profesor Karl W. Deutsch está compuesta de múltiples elementos que se sustentan en la política y las relaciones de poder entre los individuos, las sociedades, las organizaciones internacionales y fundamentalmente los Estados.  Su planteamiento teórico parte de las definiciones claves siguientes:
·         Integrar o hacer un todo con las partes; convirtiendo las unidades antes separadas en componentes de un sistema coherente.
·         La integración definida en relaciones entre unidades mutuamente interdependientes, que poseen en conjunto propiedades sistemáticas de las que carecerían sí estuvieran aisladas; además puede designarse al proceso mediante el cual se logra la integración entre unidades separadas.
·         La integración política es conceptualizada como la integración de actores o unidades como individuos, grupos, municipalidades, regiones o países. E l autor hace énfasis en el estrecho vínculo entre la integración y el poder, en el sentido de que se establece una relación en la cual el comportamiento de los actores, unidades o componentes políticos se modifican; constituyéndose de ésta manera procesos y sucesos que trascienden en el campo internacional en la composición, dinámica e historia mundial.
Para explicar y fundamentar su modelo, el autor desarrolla cuatro dimensiones de la integración que plantean lo siguiente:
La Integración es una relación entre unidades mutuamente interdependientes que poseen en conjunto propiedades sistémicas de las que carecerían de manera aislada. Lo que significa hacer un todo con las partes convirtiendo las unidades antes separadas en componentes de un sistema coherente.
Las cuatro dimensiones de un proceso de Integración según Deutsch son el dominio, que se compone de las poblaciones de las áreas geográficas integradas; el alcance, se refiere a los distintos aspectos políticos, económicos, sociales, culturales, donde se aplica la relación de integración; el grado son las gratificaciones, beneficios o carencias de las unidades integradas; el peso comprende la cohesión del sistema integrado que prueba su capacidad para afrontar tensiones, presiones, desequilibrios y divisiones.
El autor utiliza variadas evidencias para sustentar su teoría. La clase de evidencia está basada en el estudio de casos históricos, que fundamentan procesos de integración con diferentes naturalezas, propósitos, alcances e intereses.
Los casos que el autor desarrolla en su teoría comprenden una descripción de Organizaciones Internacionales como la ONU, OTAN, CEE y otras Interestatales y No-Gubernamentales para tratar de explicar la forma de operación de la política a la luz de la teoría de la Integración. Los hechos históricos aportados son valiosos en la comprensión de cómo surgen los intereses nacionales y la necesidad de la integración de los Estados e individuos.
Estos procesos se han acelerado después de la segunda guerra mundial.
La información que usa el autor para fundamentar su esquema teórico-conceptual contiene elementos de una naturaleza y alcance trascendental, puesto que la evidencia planteada se puede utilizar y analizar en una perspectiva que ayuda a la comprensión, estudio y relación de los casos con la política internacional y como referencias históricas para realizar análisis comparativos de distintos procesos y experiencias de integración en el ámbito internacional.



2. ¿Cuál es la posibilidad de una política económica internacional, según su opinión?

El Perú está encaminando sus esfuerzos hacia formular acuerdos que le permitan integrarse en diferentes bloques comerciales de países, consciente de que esta realidad implica una mayor competitividad tanto a lo interno de nuestro mercado; por la entrada de productos similares a los que producimos debido a la apertura comercial, como a lo externo del mismo; ya que la integración nos permite acceder a otros mercados en condiciones de igualdad, es lógico suponer que además de involucrarnos en un proceso de producción eficiente; que nos permita adaptarnos a las nuevas reglas del juego que también se establecerán, dichos procesos también incidirán de forma directa en nuestra práctica mercado lógica, por lo que nuestras empresas deberán alinear adecuadamente los elementos críticos de la mezcla de mercadotecnia para la comercialización exitosa de sus bienes y servicios y de esta forma poder competir y salir airosas frente a ofertas de otros mercados.

Perú: Una dinámica estrategia de política exterior 

Durante los últimos años, la estrategia peruana para participar en el escenario internacional ha experimentado un importante proceso de cambios y de transformaciones. Gradualmente el país ha asumido un nuevo perfil internacional. Sin aspirar a ser reconocido como una potencia media, el Perú ha asumido decisiones oportunas, con interlocutores adecuados, que le han otorgado una característica particular en el marco de la globalización.
Ha dejado, en consecuencia, de ser considerado un actor que forma parte del pelotón calificado en la categoría de “otros países” en el hemisferio, para tener niveles de aprobación en la conducción de los asuntos internacionales y locales, en virtud de los cuales se le considera como un potencial socio en entendimientos de largo alcance y complejidad de instrumentos.
Debe recordarse que el concepto de potencia media adquirió vigencia en los años 70, en un marco de cambios en el escenario internacional, a pesar que éste se encontraba hondamente influenciado por la situación de la bipolaridad. En efecto, los esfuerzos del Movimiento de los No Alineados y del Grupo de los 77, no resultaron suficientes equilibrar la balanza del poder y, por tanto, para fortalecer, sobre la base de nuevos elementos políticos, a los esquemas multilaterales.
De tal manera, sin dejar de reconocer la existencia de vínculos con las naciones tercermundistas, determinados países desarrollaron atributos de poder, en virtud de los cuales se pudieron ubicar en una posición especial, no necesariamente equidistante, de las naciones industrializadas y los países pobres. En alguna medida esas potencias medias tuvieron capacidad para articular núcleos económicos y políticos en sus respectivas zonas de influencia y, de tal manera, distinguirse de otras naciones en desarrollo.
Las potencias medias:
El académico alemán Wolf Grabendorff, largamente vinculado con América Latina, efectuó una contribución importante para la definición de las potencias medias, cuando señaló que éstas deben cumplir con requisitos internos previos para obtener el status de potencia regional. Entre otros factores esenciales Grabendorff señala que tales requisitos incluyen: (i) un nivel bastante desarrollado de integración nacional, (ii) la existencia de recursos económicos y (iii) la capacidad diplomática del país para reflejar las posibilidades económicas en la utilización coordinada de los instrumentos de política exterior.
En los últimos años, en buena medida como resultado de las modificaciones establecidas en la estructura del Estado, el Perú ha logrado un mayor grado de articulación nacional. Todavía subsisten asimetrías y problemas en la distribución de los niveles de producción pero un análisis objetivo de la realidad demuestra que no es realista considerar actualmente al Perú como un país dual, con los parámetros y criterios utilizados hasta la finalización del siglo XX.
Por otro lado, la sostenida tasa de crecimiento de la actividad económica ha mejorado la posición relativa del país en el escenario regional y mundial, gracias, entre otros elementos, a la apertura comercial y financiera y la explotación racional de los recursos naturales. En base a los dos elementos anteriormente señalados, resulta posible considerar que el Perú ha dado pasos en la dirección correcta para afirmarse como una potencia media. Ahora bien, conforme a la metodología del profesor Grabendorff, se debe tener en cuenta la manera en la cual el país ha proyectado la capacidad nacional en el escenario global.

La política peruana
El proceso peruano contemporáneo se ha producido sobre la base de aproximaciones sucesivas a objetivos predeterminados, con reconocimiento de las realidades globales y de las limitaciones de los acuerdos multilaterales. El interés nacional se refleja en los elementos esenciales de la política exterior, definidos por el Ministerio de Relaciones Exteriores. Tales aspectos se refieren a un conjunto de asuntos que son esenciales dentro de la agenda global y regional. En consecuencia, el país posee una orientación adecuada en lo que respecta a su presencia y participación en el mundo.
Dentro del contexto anterior, la denominada inserción competitiva ha sido planteada como un objetivo de la política económica interna y, por ende, como un instrumento de la política exterior. El tema no se encuentra plenamente instrumentado en el Perú, conforme lo señaló el profesor Porter, uno de los teóricos de la competitividad. Tal enunciado del experto norteamericano provocó un debate interno, en el cual participaron académicos, empresarios y políticos, para determinar el grado de avance del país en tan importante asunto.
Dentro de los elementos que configuran la estrategia de la política exterior peruana conviene subrayar la prioridad asignada a la inserción estratégica del Perú en los espacios andino, amazónico, sudamericano y latinoamericano. Al respecto determinados sectores críticos de la posición internacional del país, han afirmado que el acercamiento a las principales potencias económicas del mundo ha significado el alejamiento de los compromisos integradores. Sin embargo, los hechos demuestran que, en la visión integral de la política exterior, los países vecinos tienen un espacio prioritario.
Es preciso recordar que el Perú pertenece a aquellos espacios regionales latinoamericanos, lo que determina su aspiración legítima a cumplir un papel dinámico y creativo en la institucionalidad integracionista y cooperativa actual y futura. En consecuencia el país, en cumplimiento de su vocación democrática e integracionista, respeta las diferentes visiones de desarrollo existentes en la región.
La estrategia renovada del Perú para vincularse en términos institucionales y económicos con los principales países del mundo y agrupaciones de Estados, contempla un conjunto de elementos para hacer posible la captación de las inversiones y de fondos de financiamiento, junto con la transferencia de tecnología. Además, el Perú ofrece un mercado interno en expansión, abierto a la competencia y se propone desarrollar nuevas corrientes de comercio exterior.
Los acuerdos de libre comercio, que constituyen la expresión mediante la cual se articula la presencia peruana en el mundo, responden a la decisión política del Estado peruano de participar, de manera activa, en el proceso de globalización para obtener los beneficios derivados de la interdependencia económica y de la expansión de los flujos de inversión y de las corrientes de comercio.
Crisis y continuidad de políticas
La actual crisis económica mundial, originada en los países desarrollados, ha tenido efectos múltiples. En naciones como el Perú, ha sido posible administrar de manera adecuada los problemas de coyuntura entre otros factores por la vigencia de un sistema económico estructurado, abierto al mundo, y que ha permitido mantener la confianza de los agentes económicos, tanto internos como internacionales. De tal forma ha sido posible lograr una tasa positiva de crecimiento durante el año 2009.
En tal orden de ideas fue adecuada la iniciativa peruana de proseguir con las negociaciones para celebrar tratados de libre comercio con otras potencias económicas, como la República Popular de China (a pesar de las reservas y preocupaciones por el modelo económico de ese país), Corea del Sur, Japón y, sobre todo, la Unión Europea.
En términos generales el objetivo nacional que el Perú pretende lograr como resultado de la instrumentación de los tratados de libre comercio, responde al propósito de obtener beneficios compartidos entre las partes. Por ello, se han considerado, siguiendo las concepciones más avanzadas de entendimientos bilaterales y multilaterales, elementos diversos tales como las garantías de las inversiones, la apertura de los mercados, el desarrollo y el aporte tecnológico, la protección ambiental, el desarrollo sustentable y la dimensión social.
Como consecuencia de tales tratados, la estructura del Estado peruano y las políticas corporativas de las empresas deben adecuarse a estándares más elevados y complejos, que son los vigentes en los países con los cuales se han celebrado los TLC.
De tal manera, un efecto colateral, pero extremadamente significativo, de la puesta en vigencia de tales instrumentos, considerados por algunos sólo de naturaleza comercial o económica, corresponde al cambio del sistema institucional y, por ende, de la estructura democrática del país. Una reflexión, para efectos de evaluar la estrategia observada en el proceso negociador con terceros países, consiste en destacar la prioridad otorgada al logro de entendimientos con el mayor número posible de socios. Tal objetivo ha sido cumplido. La segunda etapa, sin duda compleja, es lograr el salto cualitativo que haga posible el cambio estructural de la economía, de la sociedad y de las instituciones del Perú, para superar los elementos limitantes para lograr incrementar la eficiencia, la inclusión social y económica y la equidad en el país.
Finalmente, en el caso de los países sudamericanos, además de los compromisos integradores en materia económica y comercial con la mayor parte de éstos, el Perú ha comprometido esfuerzos de naturaleza política con su activa participación en UNASUR y, además, en el impulso otorgado a la Comunidad Andina, al diseñarse una nueva estrategia, acorde con la realidad de la unidad en la diversidad y los problemas de la coyuntura económica vigentes en las naciones andinas.


3. ¿Cree usted que la integración regional andina avanzó, se estancó o retrocedió? ¿Por qué?

Para analizar los lazos necesarios entre integración económica y cohesión social. Al respecto, debemos precisar algunos supuestos sobre los cuales se construye esta exposición:
• A pesar de que la integración andina va más allá del ámbito comercial, nos debemos concentrar en las transformaciones estructurales producidas por el intercambio intracomunitario, sin duda la dimensión de mayor desarrollo en la Comunidad Andina, aunque el estudio que respalda este enfoque también considera la evolución de la inversión y la cooperación financiera.

Los avances en ámbitos como la política exterior común y la cooperación política son relativamente más recientes y aún difíciles de evaluar. Por lo tanto, la medición de sus efectos seguramente requerirá más tiempo. En todo caso, estos y otros esfuerzos orientados hacia la construcción del mercado común en temas clave como los servicios, la integración energética y la libre circulación de personas y capitales demostrarían que el potencial de la integración andina es mayor del que
podría surgir de este análisis.

Es necesario advertir, además, que las transformaciones estructurales de la integración andina que aquí se presentan están necesariamente influenciadas por el grado de compromiso político con la integración que ha asumido cada uno de sus miembros a lo largo del proceso y por la consistencia de las políticas internas aplicadas en cada uno de ellos.
                                                      
No es posible abordar el proceso de integración únicamente sobre la base de indicadores convencionales. Puede ocurrir que cuando algunos países miden sus beneficios o costos en términos de la balanza comercial, el resultado obtenido sea igual a cero. De esta manera, los países que aparecen como importadores netos suelen afirmar que el proceso es muy costoso, sin tomar en cuenta que la relación de precios hace más competitivas las importaciones de los productos andinos en relación con otros países y que, en todo caso, existen oportunidades para profundizar las ventajas dinámicas en otros sectores que podrían generar intercambios crecientes en ese mismo mercado.
Con estas consideraciones, cabe destacar los siguientes aspectos del proceso de
integración vinculados al intercambio comercial:

• Patrimonio jurídico y supranacionalidad. La naturaleza del ordenamiento jurídico,
establecido en el Tratado de Creación del Tribunal de Justicia (1984), incluye entre sus principios la supranacionalidad, que conlleva la supremacía de la norma
comunitaria sobre la ley nacional en caso de conflicto. Además, la norma comunitaria es vinculante y directamente aplicable desde su publicación en la Gaceta Oficial de la Comunidad Andina.

• Consolidación de la zona de libre comercio y perspectivas de la unión aduanera.
Desde 1993 se encuentra vigente una zona de libre comercio entre cuatro de los cinco países andinos, a la cual Perú se incorporará plenamente en diciembre del 2005. Además de la eliminación de aranceles, se ha ido elaborando una normativa andina a favor de la reducción de restricciones no arancelarias al libre comercio, como las reglas de competencia y las normas protectoras contra la importación a precios arbitrarios (antidumping); normas de protección de los derechos de propiedad intelectual; normas de sanidad animal y vegetal; el sistema andino de normalización, acreditación, ensayos, certificación, reglamentos técnicos y metrología; reglas de origen y procedimientos aduaneros, entre otras. Asimismo, se trabaja en la adopción de un arancel externo flexible para los cinco países miembros, que se aplicaría a partir de mayo del 2005.

• Avances hacia el mercado común. En los últimos años se han adoptado importantes decisiones para avanzar en la constitución de un mercado común. Se han registrado considerables progresos en materia del libre movimiento de personas. La Decisión 503 establece que los ciudadanos andinos pueden viajar con su documento de identidad por cuatro de los cinco países andinos y que desde el 1° de enero del 2005 podrán viajar a República Bolivariana de Venezuela sin el requisito del visado. Por su parte, la Decisión 545 establece un marco común para la migración con fines laborales.

Existe un marco normativo para la liberalización del comercio de servicios (Decisión 439) y la identificación y remoción de restricciones en los diferentes sectores y modos de prestación, que deberá llevarse a cabo de manera gradual (Decisión 510). Desde una perspectiva sectorial, se han producido avances específicos en materia de transporte, energía, turismo y telecomunicaciones, y se está trabajando en la liberalización de los servicios profesionales. Debe destacarse, en particular, la integración energética subregional (Decisión 536), que en su primera etapa de implantación ha generado importantes beneficios en relación con el intercambio eléctrico entre Colombia y Ecuador.

Respecto del movimiento de capitales, los países andinos presentan interesantes avances en la armonización financiera y regímenes favorables para regular la inversión extranjera directa.

Breve repaso de las transformaciones estructurales:
Los avances en la zona de libre comercio y la unión aduanera permitieron un notable crecimiento de las exportaciones intracomunitarias a partir de la década de 1990. Así, entre los años 1992 y 2003 los flujos comerciales intracomunitarios —a pesar de los altibajos de los últimos cinco años— mostraron un incremento anual del 10,6%, mientras que los flujos a terceros países crecieron a una tasa anual del 3,9%, aunque ciertamente sobre la base de cifras superiores.

En opinión de algunos colegas economistas, este crecimiento podría relacionarse con las elasticidades ingreso como resultado del buen desempeño de las economías andinas, especialmente durante la primera mitad de la década de  1990. Incluso, según otros autores, el peso del mercado andino no es suficiente para justificar su promoción frente a mercados grandes como Estados Unidos o Europa. Sin embargo, habría que aceptar que las importantes reducciones arancelarias en un contexto de reglas de juego claras y estables contribuyeron a elevar el volumen y la calidad de los intercambios entre los países andinos.

En la actualidad, si bien la Comunidad Andina es poco significativa como mercado de destino de las exportaciones de República Bolivariana de Venezuela (4,3%) y Perú (6,3%), en directa relación con las políticas internas y sus estructuras productivas, no deja de ser un mercado considerable para el resto de países miembros: Colombia (20% sin la caída del mercado venezolano en el 2003), Ecuador (17,2%) y Bolivia (25,8%). Sin embargo, estos porcentajes se elevan cuando se consideran solo las exportaciones industriales de cada país. Así, por ejemplo, el
40% de las exportaciones colombianas de manufacturas y el 31% de las ventas externas industriales de Ecuador se dirigen a la subregión andina.

Un indicador interesante es la importancia relativa de las exportaciones intracomunitarias con respecto al tamaño de la  población. En este caso, Ecuador es el país más beneficiado, con exportaciones intracomunitarias per cápita equivalentes a 60 dólares, seguido por Colombia, República Bolivariana de Venezuela y Bolivia con valores mayores a 45 dólares y, por último, Perú con 19 dólares. En todos los casos, los valores actuales son bastante mayores que los registrados a inicios de los años setenta, cuando no superaban los 2,5 dólares por persona.
Sin embargo, más importante que el tamaño actual del mercado andino y su peso relativo, es el hecho de que se trata de un mercado con características peculiares que, de ser promovidas, podrían profundizar las transformaciones estructurales producidas por el intercambio dentro de la subregión.

En síntesis, pueden destacarse los siguientes efectos visibles en una perspectiva a largo plazo:

• La calidad del comercio intracomunitario: El 90% de las exportaciones dentro de la subregión son manufacturas con algún valor agregado, mientras que estas solo representan el 44% de las exportaciones de la Comunidad Andina al mundo. Más aún, si consideramos solamente las manufacturas con alto valor agregado, es decir, excluyendo algunos productos de la clasificación industrial internacional uniforme (CIIU) de escasa elaboración como los productos primarios, alimentos y bebidas, fabricación de coque, refinados del petróleo y fabricación de metales comunes, se observa que el 58% del valor de las exportaciones al mercado andino son de alto valor agregado, mientras que este porcentaje es solo el 13% en terceros mercados.

Estas características se traducen en una mayor inversión productiva y generación de empleo de mejor calidad. Se estima que en el año 2001 el empleo remunerado vinculado a las exportaciones intracomunitarias representó una cifra cercana a los 600.000 puestos de trabajo.

• La desconcentración del mercado andino: En Colombia, Ecuador y Perú, el nivel de concentración de las exportaciones dirigidas al mercado andino es bastante menor que el de aquellas que se dirigen al resto del mundo. El caso más destacado es el de Perú, donde no solo el mercado andino es más desconcentrado —las 25 primeras su partidas representan el 47% en la Comunidad Andina, comparadas con el 75% en terceros países—, sino que existe una tendencia continua a la desconcentración de las exportaciones intracomunitarias —las 25 primeras subpartidas representaban el 78% del mercado andino en el año 1990.

El caso de República Bolivariana de Venezuela es peculiar, pues si bien podría decirse que sus exportaciones hacia el mercado andino presentan todavía un alto nivel de concentración —el petróleo y derivados correspondieron al 16% y las otras primeras 25 subpartidas al 43% de las exportaciones intracomunitarias en el año 2002—, en el caso de terceros mercados la concentración es aún más elevada. Solo el petróleo y derivados constituyeron el 83% del total en el año 2002.

El caso de Bolivia sí es diferente al del resto de países miembros, pues la concentración en el mercado andino es muy alta. Las primeras 25 subpartidas representaron el 94% de las exportaciones intracomunitarias, al contrario de lo que ocurre con el resto del mundo donde las primeras 25 subpartidas significan solo el 47%.

• El efecto plataforma: El mercado andino ha servido como plataforma inicial de aprendizaje y proyección de los empresarios de la subregión hacia mercados más grandes y exigentes. El espacio comunitario se ha consolidado como instrumento de crecimiento y desarrollo para las pequeñas y medianas empresas. Se estima que aproximadamente 1.218 millones de dólares que los países andinos exportaron en el año 2002 al resto del mundo provinieron de productos para los que se utilizó el mercado andino como plataforma de proyección hacia mercados más sofisticados.
• El efecto boomerang o efecto de retorno: La profundización de un acuerdo de integración supone una mayor interrelación entre las economías que lo conforman, de modo que un efecto positivo o también un impacto negativo puede trasladarse más rápidamente y tener repercusiones importantes en sus socios.  Sobre la base de la metodología utilizada por Comboni (2001), se realizó un cálculo de lo que podríamos llamar el “efecto boomerang” entre las economías andinas.

Colombia resultó ser el país más afectado por los cambios en la demanda agregada del resto de sus socios andinos, lo cual podría explicar, en parte, su interés reciente en fortalecer su presencia en otros mercados, especialmente el de Estados Unidos. Ecuador, cuya dolarización se tradujo en una mayor tendencia a importar productos comunitarios, y República Bolivariana de Venezuela, cuyo mercado se ha constituido históricamente en masa crítica del proceso, son los países que provocarían mayores repercusiones en el resto de los países andinos mediante el efecto de la demanda y sus efectos multiplicadores.  En este sentido, cobran importancia los esfuerzos que se realizan a favor de una convergencia macroeconómica que garantice cierta estabilidad a la subregión y al proceso de integración.

Las barreras estructurales que persisten:

Aún persisten dificultades de carácter estructural que retrasan el proceso de integración y que requieren la intervención conjunta de los países:

• Pérdida de competitividad y presencia en el comercio global: Según los índices de competitividad para el crecimiento del Foro Económico Mundial, tres de los países andinos —Bolivia, Ecuador y República Bolivariana de Venezuela— están entre los últimos 20 puestos de un conjunto de 102 naciones, mientras que Perú y Colombia figuran en la mitad inferior de la muestra. Como consecuencia de la pérdida de competitividad relativa frente a otros países en desarrollo, la subregión andina, vista en su conjunto, fue perdiendo participación en el comercio internacional. Es así como en comparación con el 3% del comercio mundial que les correspondía en los años cincuenta, hoy los países de la Comunidad Andina representan menos del 1% de las corrientes globales de intercambio.

• Poca gravitación en la geopolítica global: Los países andinos han realizado algunos esfuerzos de coordinación conjunta en las negociaciones con terceros, entre ellos la renovación y ampliación de la Ley de Preferencias Arancelarias Andinas y de Erradicación de Drogas (ATPDEA), la vocería única en el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), la suscripción de un Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación con la Unión Europea y el importante acuerdo reciente de libre comercio con el Mercosur. Sin embargo, no han sabido aprovechar todas sus fortalezas para desempeñar un papel más relevante en las relaciones internacionales, tanto en el escenario bilateral como multilateral. Las negociaciones se han centrado principalmente en la “agenda negativa”, ligada a los problemas hemisféricos de seguridad y la responsabilidad conjunta en la lucha contra las drogas. Estos factores han sido fundamentales para lograr condiciones de preferencia por parte de Estados Unidos y la Unión Europea, que cada vez exigen mayores requisitos para renovar sus concesiones. No obstante, hoy resulta evidente que los países andinos podrían convertirse en actores relevantes en los distintos foros y negociaciones internacionales si fortalecieran una alianza sostenida para obtener beneficios de su potencial en sectores estratégicos, como la provisión de energía e hidrocarburos, y su condición de países muy diversos.

• Poca profundización del comercio intracomunitario: A pesar del crecimiento del comercio intracomunitario, su proporción en las exportaciones totales de la Comunidad Andina es aún muy baja en comparación con otros bloques económicos.
En el año 1958, el nivel de intercambio entre los miembros de la Unión Europea, que en ese momento eran solo seis, era muy importante y representaba el 32% de su comercio con el mundo. Hoy ese intercambio corresponde al 61%, cifra que indica que se trata de un bloque que básicamente comercia con sus propios socios. En el Mercado Común Centroamericano, ese porcentaje aumentó del 7,5% en 1960 a un notable 29% en el 2002, si se excluye, como lo hace la Secretaría de Integración Económica Centroamericana (SIECA), el comercio por maquila para identificar el valor agregado real. En el caso del Mercosur, el comercio intracomunitario es bastante menor, ya que representa el 11,6% de su comercio total. Sin embargo, cabe recordar que esta medición se hizo respecto del año 2002, cuando se produjo una reducción importante del intercambio entre Argentina y Brasil. Ese mismo año, el intercambio dentro de la Comunidad Andina fue de solo un 10,7%. Esta cifra expresa un gran avance con respecto a los inicios del proceso de integración en que el comercio entre los países andinos era prácticamente inexistente (2% del comercio total), pero es necesario reconocer que aún no es suficientemente profundo para incidir de una manera más notable en el crecimiento económico y en la mayor cohesión de los países miembros.

• Pobreza, exclusión y desigualdad: A pesar de las repercusiones evaluadas, existen factores estructurales que no se solucionan con políticas comerciales de corto y mediano plazo. Así, según cifras recientes de la CEPAL, en nuestra subregión la pobreza afecta al 49% y al 63% de la  población en República Bolivariana de Venezuela y Bolivia respectivamente. En las zonas rurales la situación es aún más grave, pues el porcentaje de la población pobre llega al 80% en algunos países miembros. La población indigente o en condiciones de pobreza extrema, es decir, aquella que subsiste con un dólar diario o menos, representa el 19% de la población urbana de República Bolivariana de Venezuela y el 37% de la de Bolivia, mientras que en las áreas rurales estas cifras ascienden al 35% en el caso de Colombia y al 63% en el de Bolivia.

Asimismo, nuestros países presentan índices de desempleo abierto que van desde el 8% en Perú hasta el 15% en República Bolivariana de Venezuela, sin tomar en cuenta el subempleo por ingresos. Estos indicadores señalan de manera contundente la existencia de un problema social y económico crítico, que hace que todavía sea una ilusión pensar en términos de “empleo decente” —de acuerdo con la expresión de la OIT— en que el trabajador cuente con un contrato, condiciones de seguridad social y mejoras reales en su remuneración.

• Disparidades entre los países miembros: Subsisten grandes disparidades económicas que no han podido compensarse con instrumentos comerciales como el
trato preferencial ni con los esfuerzos de la cooperación financiera. Por otra parte, los limitados recursos de los países andinos han impedido el establecimiento de fondos estructurales propios como los que posee la Unión Europea para compensar los efectos de las conmociones externas y la insuficiencia de las políticas internas para promover el crecimiento económico sostenido y redistributivo. En consecuencia, 35 años después del Acuerdo de Cartagena, Bolivia y Ecuador juntos representan apenas el 14% del producto interno bruto (PIB) del conjunto de los países comunitarios, mientras que su PIB per cápita, medido en términos de paridad de compra, se mantiene muy por debajo del promedio andino que es el 50% en el caso de Bolivia y el 69% en el caso del Ecuador.

• Disparidades dentro de los países miembros: Además, existen desigualdades en la distribución del ingreso dentro de cada país miembro, que dificultan los procesos de desarrollo con cohesión social. En nuestros países, la brecha entre la proporción de ingresos que recibe el percentil más rico de la población y la correspondiente al percentil más pobre es muy grande. Estas desigualdades también se manifiestan a nivel territorial. En un estudio reciente se muestra que de las 83 regiones que conforman la Comunidad Andina solo 14 son “activas en alto
grado” en la integración (16%); es decir que son responsables de los bienes que se exportan mayoritariamente en la subregión. Paradójicamente, las regiones fronterizas están en recesión y se encuentran entre las más pobres.

El deterioro reciente de los flujos de intercambio entre las naciones andinas puede haber alimentado algunas percepciones pesimistas sobre el futuro del proceso y explica, en gran medida, las tendencias centrífugas de los países miembros dirigidas a mercados que ofrezcan una mayor estabilidad a sus exportaciones. En efecto, las conmociones externas y las dificultades internas que han enfrentado recientemente los países andinos debido a transiciones económicas y políticas internas, han determinado la proliferación de restricciones recíprocas e incumplimientos de la normativa andina que causaron distorsiones en los flujos de comercio intracomunitario. Mientras que en el 2001 el intercambio comunitario se acercó a los 6.000 millones de dólares, una cifra similar a los flujos máximos alcanzados en 1997, durante los dos años siguientes se contrajo de manera notable hasta llegar a menos de 5.000 millones de dólares en el 2003. Esta contracción fue
resultado, en gran medida, de la evolución desfavorable del comercio de Colombia y República Bolivariana de Venezuela, que desde la década de 1990 se había consolidado como un núcleo duro de la integración. Sin embargo, esta coyuntura está lejos de convertirse en una tendencia estructural hacia el estancamiento del proceso de integración comercial. Por el contrario, las estimaciones                                        indicaban una visible recuperación del comercio intracomunitario en el año 2004, que permitió a los países miembros obtener un récord histórico, superior a los 6.200 millones de dólares.

Hacia la recuperación del desarrollo en el marco de la integración andina: Un nuevo diseño estratégico respecto del balance realizado deben destacarse, a modo de síntesis, los siguientes elementos que articulan esta presentación:

• Los efectos de la integración deben evaluarse no solo con referencia a la calidad y profundidad del intercambio comercial entre las naciones andinas, sino también con referencia a las políticas internas de los países miembros y a la actitud de cada uno de ellos frente al proceso que conduce a la construcción del mercado común.

• El análisis realizado por la Secretaría General de la Comunidad Andina pudo determinar cambios estructurales relevantes relacionados con la dinámica de la integración comercial, especialmente en los últimos 15 años.

• Existe todavía un amplio espacio para profundizar el proceso en áreas como las inversiones, los servicios, las interconexiones de electricidad y gas y la cooperación financiera, entre otras, que podrían contribuir a robustecer a la región frente a los efectos estructurales de la integración.

• La excesiva comercialización del proceso debilitó la incidencia de la integración en aspectos centrales del desarrollo de los países miembros. El crecimiento exponencial de las exportaciones comunitarias —derivado de las políticas comerciales de liberalización y apertura de los años  noventa—, no se complementó con una integración subregional más profunda en el mercado de bienes, servicios y capitales ni con políticas para abordar las asimetrías sociales y económicas, lo que retrasó el avance hacia los propósitos iniciales del Acuerdo de Cartagena.
 
Frente a estos desafíos, el nuevo Diseño Estratégico de la Comunidad Andina, cuyos principios orientadores fueron acogidos por los presidentes en la Cumbre de Quito del pasado mes de julio, concibe a la integración andina como eje articulador entre la agenda externa de la globalización, que incluye negociaciones comerciales en los ámbitos regional, hemisférico y mundial, y la agenda interna, caracterizada por la subsistencia de brechas nacionales en diferentes aspectos que se han convertido en visibles amenazas a la gobernabilidad democrática. 

Este enfoque adquiere particular relevancia en momentos en que los países andinos reclaman la necesaria convergencia entre desarrollo y libre comercio, pero no por la vía de la apertura indiscriminada de los años noventa, sino por la vía del desarrollo de capacidades productivas y sociales que contribuyan a hacer más eficiente e incluyente esta fase de la internacionalización de nuestros países.
En esa misma cumbre, los jefes de Estado de la subregión acordaron la realización de un Consejo Presidencial Extraordinario en Perú el 7 de diciembre de 2004, con el fin de realizar una reflexión conjunta acerca del vínculo entre integración, desarrollo y cohesión social y articular esfuerzos respecto de los siguientes ejes temáticos.  Cabe recordar que en el artículo 1 del Acuerdo de Cartagena se indica como objetivo central el mejoramiento continuo del nivel de vida de los habitantes de la subregión.

• La construcción de un consenso andino y latinoamericano para reincorporar el desarrollo a la integración regional, combinando en un solo enfoque la competitividad y la inclusión social.

• El avance conjunto hacia una nueva generación de políticas sociales sostenibles que fortalezcan la cohesión social y, por esta vía, contribuyan a la recuperación del
crecimiento económico a largo plazo.

• La búsqueda de alternativas para fomentar un entorno de solidez institucional, estabilidad política y gobernabilidad democrática, sobre la base de un intercambio de ideas que busque analizar nuevamente el papel del Estado y de los partidos políticos en el necesario restablecimiento de los nexos entre economía y democracia.

• La búsqueda conjunta de una mayor equidad en las relaciones internacionales, afianzada mediante la decisión de la Cumbre de Quito de preservar la normativa comunitaria en los compromisos con terceros, el compromiso de profundizar la integración andina, y el acuerdo para fortalecer las relaciones de la Comunidad Andina con los demás países de América Latina en todos los ámbitos, ratificándose  la integración latinoamericana como  uno de los objetivos centrales del Acuerdo de
Cartagena.
En este sentido, resulta de gran trascendencia la iniciativa de los presidentes de América del Sur, en la reciente Cumbre del Grupo de Río celebrada en Brasil, de unir esfuerzos para la creación de la Comunidad Sudamericana, espacio de integración que deberá construirse a partir de las fortalezas de la Comunidad Andina y el Mercosur, y que podría servir de base para un posterior avance hacia una Comunidad Latinoamericana.

A nuestro juicio, más que una expresión retórica de la diplomacia de las Cumbres, como afirman algunos observadores, esta es una decisión que surge de la búsqueda de un consenso político, que se abre paso de manera franca entre los primeros mandatarios de América del Sur, en pos de una estrategia compartida para recuperar la senda del desarrollo y la cohesión social en nuestros países.
Como señalara recientemente nuestro Secretario General, Allan Wagner, esta decisión ofrece una oportunidad histórica para aumentar la complementariedad productiva, profundizar el intercambio comercial, impulsar el desarrollo de economías descentralizadas con un enfoque territorial, promover los procesos sectoriales y la articulación de la infraestructura física regional empleada en el transporte, las telecomunicaciones y la energía, y fortalecer el  poder de negociación frente a terceros países y a organizaciones de alcance global.  Tal vez por esta vía construiremos mecanismos innovadores para fortalecer la cohesión social en la región, propuesta que ya cuenta con algunas iniciativas de distintos actores en la subregión, pero que parecería una tarea poco realista si participaran en forma exclusiva los países andinos.

4. ¿Cuál es la diferencia entre integración económica e integración regional?. De ejemplos

Integración Regional


Fundamentos de la Integración Regional

En términos estructurales, la integración económica implica cinco ventajas generales básicas, que son comunes a todo bloque de integración entre diferentes países:
1.     En lo externo
a.    Mayor poder de negociación; y
b.    Mayor capacidad de atracción de recursos internacionales y de reinversión. Esto último se encuentra muy relacionado con la capacidad de los mercados internos, la demanda efectiva de la población y la estabilidad históricos de flujos financieros externos.
2.    En lo interno
a.    Mayor aprovechamiento de economías de escala en la producción;
b.    Ampliaciones en el mercado efectivo como producto de relaciones entre países; y
c.    Menor vulnerabilidad económica, especialmente debido a factores externos.
Los procesos de integración pueden ser vistos en tres dimensiones. La primera de ellas sería el aspecto clásico de las etapas de integración regional. De manera más específica, esta primera dimensión incluye la consideración y desarrollo de varias etapas:
1.     la de tratados preferenciales de comercio (disminución de aranceles entre países miembros);
2.    el área de libre comercio (donde se eliminan aranceles entre las naciones del bloque comercial;
3.    unión aduanera (además de eliminación de aranceles entre miembros, se establecen aranceles externos comunes);
4.    mercado común (además de las características de unión aduanera se agrega la libre circulación de factores productivos, especialmente mano de obra y capitales); y
5.    unión económica (fase culminante de la integración incluyendo coordinación de políticas macroeconómicas, sistema monetario común y moneda común).
Una segunda dimensión sería si la integración se logra o no, en términos profundos. Es decir si afecta o no de manera sostenida y significativa, estructuras productivas importantes de las economías y la actuación de los gobiernos. Tal y como ha sido mencionado en la exposición de argumentos de la introducción de este libro, como en lo relativo a casos ilustrativos más arriba, el ALCA es un tratado comercial limitado en los alcances de las fases de integración -primera dimensión- pero tiende a tener gran profundidad en las esferas económica y política de los países. Ese acuerdo establecería significativas restricciones a la capacidad de acción de instituciones públicas en función de alcanzar condiciones para un desarrollo sustentable en la región.
La tercera dimensión de la integración sería el carácter reversible o no reversible de los acuerdos, es decir, hasta qué punto los países se comprometen a un acuerdo y lo mantienen. Hasta que punto construyen secuencialmente los procesos de integración. Por ejemplo, tanto en el caso de Europa o como en el caso de América Latina, se ha llegado a establecer aranceles comunes. Con ello se aproximan las características para la conformación de una unión aduanera. En el caso europeo los acuerdos se han mantenido y profundizado, no así en varios de los casos latinoamericanos. Se trata de logros, pero que en el ámbito de América Latina han tendido a ser reversibles.
Con todo, y respecto a procesos de integración, la región no ha sido ajena a este tipo de experiencias. Desde los años cincuenta se desarrollaron los primeros planteamientos. Estos propiciaron ya en los sesenta la creación del Mercado Común Centroamericano y del Pacto Andino. En los setenta se formó la Comunidad del Caribe (CARICOM). Durante los ochentas, con motivo de la aplicación de planes de ajuste y de la transferencia neta de recursos fuera de la región, América Latina y el Caribe tuvieron un período de estancamiento relativo de los procesos integracionistas.
En los noventa se forma el MERCOSUR siguiendo una modalidad más abierta en un bloque de integración que incluye a dos de las más grandes economías de la región (Brasil con 35 por ciento de la producción regional total anual y Argentina con 14 por ciento de tal indicador). En 1975 en el contexto de la institucionalidad regional, surge la conformación del Sistema Económico Latinoamericano (SELA), como un organismo latinoamericano y caribeño de consulta, cooperación, coordinación y promoción económica y social. En la actualidad el SELA está constituido por 28 Estados Miembros.
La primera mitad de los años noventa fue promisorio en cuanto a logros integracionistas. La segunda parte de la pasada década fue el escenario en el cual los esfuerzos de la integración no avanzaron debido a las condiciones de crisis prevalecientes: desde los efectos de la devaluación mexicana de diciembre de 1994, hasta la volatilidad de precios de petróleo, pasando por los embates de la crisis financiera originada en el verano de 1997 en el Sudeste Asiático y últimamente por las repercusiones de la crisis argentina.

Tipos de regionalismo en integración regional

Lo que se presenta aquí como diferentes tipos de regionalismos son variaciones del esquema "clásico" del proceso de integración -primera dimensión. Esas diferentes modalidades básicas de integración comercial o tipos de regionalismo en el intercambio han surgido en los pasados 50 años. Un factor decisivo para su creación han sido las fuerzas "centrípetas" de la integración (aquellas que tienden más a la apertura pero dentro del grupo, tratando de mantener allí un espacio determinado, incluyendo medidas de protección), y las fuerzas "centrífugas" de los procesos integradores (aquellas que promueven mayormente una apertura de comercio hacia el exterior, tanto de los países como de los grupos).
Tanto los regionalismos como versión incompleta del proceso de integración llevado a sus consecuencias más desarrolladas, o como diferentes modalidades de acuerdos comerciales, ya sea dentro de países pequeños o de estos con economías más grandes, tienen entre sus finalidades aprovechar las ventajas generales de la integración. Estos fines, tal y como se mencionó anteriormente, se identifican en cuatro puntos: (a) la unificación de mercados efectivos a fin de ampliar zonas de demanda; (b) establecimiento de economías de escala; (c) aprovechamiento de complementariedades productivas; y (d) capacidad de generar un mayor poder de negociación frente a otras naciones fuera del tratado. Este último punto tiene más relación con variables políticas y de infraestructura institucional.
El primer regionalismo surge en Europa con el Tratado de Roma y la creación del BENELUX, el tratado de integración entre Netherlands, Bélgica y Luxemburgo, desde los planes iniciales de 1948 hasta la concreción en 1957. En América Latina a este primer regionalismo corresponden los esquemas de integración del Mercado Común Centroamericano (Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua) el cual comienza a operar en 1961.
El objetivo esencial de este tipo de regionalismo es propiciar un descenso de los aranceles dentro del grupo hasta llegar a eliminarlos. Posteriormente se propone alcanzar la fijación de un arancel externo común y la libre circulación de bienes entre los países miembros. Con esto último se llegaría a la condición de unión aduanera.
Este primer regionalismo también caracterizó mucho del contenido de los acuerdos que promovieron la conformación original del Grupo Andino (Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela). Lo que se tuvo fue un esquema de protección hacia la empresas internas, especialmente en el ramo industrial. Se trató de ampliar la demanda efectiva por la vía de la unificación de los diferentes espacios integrados en los mercados domésticos de los países, más que por la vía de ampliar directa e inicialmente los mercados efectivos de las naciones desde un primer momento.
Con la adopción de medidas de protección de industrias, medidas que en muchos casos duraron más allá de lo previsto, se tendió en ciertas áreas, a la desviación de comercio más que a la creación del mismo. Este tipo de regionalismo más común entre las naciones en vías de desarrollo, dio paso a los regionalismos más abiertos o "hacia afuera" que ya se proponen desde la década de los ochentas.
De conformidad con lo expuesto por Pérez (2001), el segundo regionalismo tiene como ejemplo el Acuerdo de Maastricht de diciembre de 1991. Se trata de un acuerdo comercial en el cual las economías que interactúan promueven entre ellas una mayor circulación de bienes, en tanto que fortalecen un descenso en los aranceles para los productos fuera de la región del acuerdo. Se trata de un tipo de integración que apoya más la competencia entre las industrias y la creación de comercio.
Sin embargo es de tomarse en cuenta que el caso europeo se refiere a economías más desarrolladas. Por tanto, muchos de los aranceles tanto internos como externos, especialmente cuando se analiza la dimensión del valor del comercio, se aplican a sectores productivos que tienen mayor valor agregado. Además muchos de los sectores considerados claves y estratégicos para las economías, continúan protegidos y subsidiados. Ejemplo de esto último, la agricultura.
Por lo general, las áreas de producción correspondientes a productos con alto valor agregado no presentan la gran elasticidad de la oferta, algo que sí tienen que los productos de bienes primarios o extractivos, incluyendo la agricultura. Estos son productos de las naciones menos desarrolladas. Además, este comercio de bienes con mayor valor agregado, no tiene ni la perecibilidad ni la poca elasticidad en demanda que sí acompaña a los bienes que forman gran parte del comercio de naciones en desarrollo.
Es importante notar el avance que hace Europa dentro de procesos de integración que siguen la "trayectoria completa". Nótese el contraste entre la voluntad política sostenida de los europeos y la poca consistencia de apoyo a sus acuerdos que se tiene por otra parte de los países latinoamericanos.
El tercer tipo de regionalismo tiene también bastante apertura externa y se basa en la existencia de producciones competitivas de bienes en el comercio mundial. Este regionalismo fue llevado a cabo en los países asiáticos. Varias características los distinguen, especialmente el hecho de que su apertura -no inaugurada con el establecimiento de este tipo de integración regional- les ha hecho desde antes, insertarse con aceptables niveles de competencia en los mercados internacionales. Estas naciones, más que liberar las importaciones, como ha sido el caso de la política latinoamericana, lo que hicieron fue liberar las exportaciones (Ffrech-Davis, 1999).
Esa participación en el mercado mundial se encuentra ligada a los grandes centros de demanda del planeta, en particular con Japón y Europa. Se considera que este tipo de regionalismo es consistente con el desarrollo de políticas de industrialización abierta.
En el tercer tipo de regionalismo se distinguen (a) acuerdos preferenciales de comercio; (b) políticas de estabilización; y (c) promoción de las inversiones con garantías de tipo jurídico. En los aspectos específicos de este último rasgo, referente a seguridades jurídicas, surge el temor de que los contenidos -como parte del ALCA- contribuyan a desmantelar la capacidad de acción de los gobiernos latinoamericanos en función de intereses exclusivos de empresas transnacionales y corporaciones financieras. En concreto muchos de los temores de esta inclusión del regimen de inversiones, se refieren al establecimiento de cláusulas relacionadas con el Acuerdo Multilateral de Inversiones.
El cuarto tipo de regionalismo se origina fundamentalmente en el acuerdo comercial entre países de gran desarrollo económico con naciones menos avanzadas. En este tipo de regionalismo se reafirma con mayor grado la apertura comercial. De conformidad con la teoría clásica del comercio y la economía formulada por Smith, y modificada por Ricardo, el país de mayor desarrollo buscaría ampliar el tamaño de su mercado. Sin embargo también pretendería ampliar su frontera de producción.
Los países más pequeños buscarían generar un mayor crecimiento económico a partir de su integración con las economías más desarrolladas. Se trata de un tipo de regionalismo que áun no posee ejemplos completos en cuanto a ser llevados a la práctica, con la excepción del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Allí participan economías desarrolladas como Estados Unidos y Canadá, con México, una economía en desarrollo. Una de las razones es que varias de las integraciones siguen un patrón más bien complementario en cuanto a la división subregional de la producción, o bien acuerdos de cooperación y de apoyo de las economías más desarrolladas a las naciones con economías pequeñas.
La característica de que este tipo de regionalismo promueva una división internacional de la producción y de que la misma se pueda concretar en el ALCA a manera de generalización de producción de industrias ligeras o de maquila en varios países, crea temores. Con ese patrón sería difícil alcanzar niveles de desarrollo económico incluyente y sostenido, relativamente rápidos en ALC.
Si esto ocurriera como una extensión de la notable proliferación de maquilas en México, este último país debería enfrentar la competencia de trabajadores pobres de otras naciones, especialmente de Centro América y el Caribe. Aquí de nuevo la producción tiene poco valor agregado, se tienen sistemas de producción que en muchos casos han llegado a contaminar el ambiente y las normas laborales no han sido estrictamente observadas.
Es cierto que en última instancia las industrias de maquila pueden representar un alivio a las persistentes condiciones de desempleo que se observan en muchas áreas rurales o urbanas de AMLYC, pero existen características que pueden promover la "volatilidad" de este tipo de inversión. Por ejemplo, esta clase de industrias no requieren en general de grandes montos en activos fijos. Por ello pueden trasladarse con relativa facilidad de una región a otra. Además nótese que con el fin de que se instalen, este tipo de manufactura liviana cuenta con incentivos en el pago de impuestos, lo que se traduce en sacrificios fiscales para los gobiernos.

Efectos de la integración económica regional:

Aquí se presentan tres aspectos considerados básicos: (i) creación y desviación de comercio, (ii) relación de términos de intercambio y (iii) vulnerabilidad externa. Los mismos se derivan de la aplicación de las etapas secuenciales de la integración económica en condiciones de modelos normales de la economía. Se incluyen varios ejemplos para ilustrar la evidencia de repercusiones ya sea positivas o negativas en las economías de las diferentes naciones y bloques de integración.
Uno de los primeros efectos y sobre el cual conviene dar suficiente atención en los procesos de negociación y en su puesta en marcha se refiere a la creación o desviación de comercio. En general habrá desviación comercial cuando productos que son abastecidos dentro del bloque comercial tienden a tener protección arancelaria. Es decir que se imponen impuestos a la entrada de productos similares o sucedáneos que provendrían del exterior del bloque de integración. Como resultado, los consumidores en los mercados domésticos de las naciones partícipes de la integración deben pagar precios más altos.
Por el contrario, se creará comercio en la medida que se eliminen las condiciones de protección y se promueva una inserción del tratado de integración en forma más competitiva con los circuitos del comercio exterior. Muchas características del regionalismo tipo uno y dos se basó en regímenes proteccionistas. Con ello se facilitó el apoyo político a los procesos de integración en tanto importantes sectores de poder económico dentro de las naciones, se beneficiaban de la protección que gozaban sus industrias.
El hecho de que pueda prevalecer la desviación de comercio por sobre la creación del mismo da el carácter de fortaleza económica al bloque en integración y retarda su inserción competitiva en los circuitos internacionales. Las formas originales "más cerradas" del Mercado Común Centro Americano ilustran esta tendencia.
Este rasgo de la posible desviación de comercio puede atribuirle a la concreción del ALCA un rasgo netamente de economía política en la perspectiva de zonas de influencia. El propósito de crear ese desvío de comercio puede repercutir en un "desplazamiento" o substitución de nexos comerciales, especialmente con Europa Occidental. Esto podría desembocar en fortalecer los nexos de dependencia de ALC. Además se estaría restringiendo o estrechando significativamente el carácter de diversificación de la dependencia que se puede tener con Europa. A principios del siglo XXI los países del Cono Sur y hasta cierto punto las naciones andinas presentan menor "exclusividad" en la dependencia de Estados Unidos.
Otro tipo de efectos de refiere a la relación de términos de intercambio. Esto se relaciona con los cambios en los patrones de comercio derivados de la eliminación de los aranceles y de la especialidad productiva a que pueden conducir los tratados de integración. El efecto de los términos de intercambio ocurrirá no sólo dentro de los países que se integran, sino también en la relación de estas naciones con terceros mercados. La repercusión específica aquí recae en los precios entre las importaciones y exportaciones ocasionando, de este modo, una redistribución del ingreso real entre los países asociados y terceros.
Los efectos sobre los términos de intercambio son afectados por la distribución de las inversiones, la división resultante del trabajo y repercusiones propias de la desviación y creación de comercio, además del poder de negociación que tengan las partes. La desviación del comercio en tanto significa un desplazamiento por parte de los países miembros de la demanda recíproca, de bienes exteriores, tenderá a mejorar términos de intercambio para aquellas naciones que produzcan bienes con mayor valor agregado.
En particular, en el caso de países subdesarrollados, que dependen principalmente de los países avanzados externos a la región, para el abastecimiento de bienes de capital, un tratado de integración afectaría la vulnerabilidad externa. Un aspecto clave aquí es la posible reducción de dependencia respecto al comercio con el mundo exterior. Esto puede ocurrir en el campo de los bienes de consumo y de otros bienes que puedan producirse con relativa facilidad en las áreas subdesarrolladas.
A causa del ensanchamiento del mercado regional, es posible importar estas mercancías en mayores cantidades dentro del grupo integrado y no del exterior. Desde luego que este tipo de efectos se pueden ver aumentados o disminuidos, dependiendo del contenido estricto de la negociación del acuerdo, cuando la integración se realiza entre naciones menos avanzadas con países de gran desarrollo económico.
Especialmente los efectos relativos a los términos de intercambio y de vulnerabilidad externa tienen relación con el grado de concentración de comercio exterior. Es evidente que el mercado natural de la región del Gran Caribe es Estados Unidos, en menor grado, la demanda estadounidense afecta a los países del Grupo Andino, y con mucha menos intensidad a las naciones del Cono Sur. Esto puede ser medido por medio de coeficientes de concentración de comercio.



5. ¿Por qué Chile se retiró del acuerdo de Cartagena? Y ¿Por qué desea ahora entrar?

La Comunidad Andina (CAN) es un Organismo Regional de cuatro países que tienen un objetivo común: alcanzar un desarrollo integral, más equilibrado y autónomo, mediante la integración andina, sudamericana y latinoamericana. El proceso andino de integración se inició con la suscripción del Acuerdo de Cartagena el 26 de mayo de 1969.
Está constituida por Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú, además de los órganos e instituciones del Sistema Andino de Integración (SAI). Antes de 1996, era conocida como el Pacto Andino o Grupo Andino.
Venezuela fue miembro pleno hasta el 2006. Chile originalmente fue miembro entre 1969-1976, pero se retiró durante el régimen militar de Augusto Pinochet debido a incompatibilidades entre la política económica de ese país y las políticas de integración de la CAN.
El Gobierno de Chile se retiró del Pacto Andino en 1976 por discrepancias respecto de las políticas mencionadas, incluyendo el criterio proteccionista que reflejaría el Arancel Externo Común, que era contrario de la política de apertura al Comercio exterior con rebaja unilateral de Aranceles que Chile inició en esa época y que seguía la línea de las exitosas economías del Sudeste Asiático, apartándose de las políticas proteccionistas que en América Latina. que aplicaban desde la década de los 40.
El retiro de Chile disminuyó en 25% las Importaciones intrarregionales sujetas al acuerdo. Además, en la época había problemas económicos, políticos y de guerrillas que dificultaron la aplicación del Pacto.
La decisión 24 fue derogada en 1987.
Ha habido diversos acuerdos complementarios como el Manifiesto de Cartagena, de 1989, por el que los países miembros acordaron negociar en bloque sus reivindicaciones sobre la Deuda externa, lo que en definitiva se logró.
El Arancel Externo Común se puso en vigencia en 1994.
El 20 de septiembre de 2006, el Consejo Andino de Cancilleres, reunido en Nueva York (Estados Unidos) con motivo de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU), anuncia la incorporación de Chile a la Comunidad Andina (CAN) como miembro asociado, al aprobar una norma comunitaria (Decisión 645) que le otorga la condición de País Miembro Asociado con los demás países pero ello no supone el reingreso a la CAN.
Hechos clave en las relaciones CAN – República de Chile
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1969. Chile es signatario del Acuerdo de Cartagena con el cual, junto a los otros Países Miembros, funda este bloque de integración.
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1976. Chile abandona el Acuerdo de Cartagena.
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2004. Chile participa como observador en la XV reunión del Consejo Presidencial Andino.
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2006. Mediante Decisión 645, adoptada el 20 de septiembre, Chile se convierte en Miembro Asociado de la CAN, 30 años después de su salida. Se suscribe, el 24 de noviembre, el Acta de Constitución de la Comisión Mixta CAN-Chile y se realiza su primera reunión.
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2007. A través de la Decisión 666 del 8 de junio se establecen los términos de la participación de Chile en los órganos, mecanismos y medidas del Sistema Andino de Integración y se precisan las instancias en las que Chile será invitado a participar con derecho a voz.
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2008. Se realiza en Bogotá, la II reunión de la Comisión Mixta CAN- Chile.
Participación de Chile en su calidad de Miembro Asociado
En desarrollo de la Decisión 666, de 2007, Chile ha participado de manera activa en las siguientes reuniones e instancias:  
En reuniones
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IV Consejo Andino de Ministros de Desarrollo Social, celebrado en Lima el 18 de agosto de 2008.
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Foro Andino de Migraciones, realizado en Quito los días 4 y 5 de septiembre de 2008.
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VII Comité Ejecutivo del Plan Andino de Cooperación para la Lucha contra las Drogas Ilícitas y Delitos Conexos celebrada en Quito en noviembre de 2008.
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Seminario sobre Convergencia Macroeconómica y reunión de expertos realizados en el primer semestre de 2008.
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Primera Mesa Andina de Participación de la Sociedad Civil para la Defensa de los Derechos del Consumidor realizada el 12 de agosto de 2009, donde Chile fue sede.
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II Foro Andino de Migraciones, celebrado en Lima el 26 y 27 de Octubre 2009.
En instancias
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Organismo Andino de Salud – Convenio Hipólito Unanue.
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Programa Andino Amazónico de Comunicación y Educación Ambiental – PANACEA.
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Proyecto Apoyo a la Comunidad Andina en el Área de las Drogas Sintéticas – DROSICAN.
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Comité Ejecutivo Andino del Plan de Lucha contra la Corrupción.
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Conferencia Regional Andina sobre Empleo.

Aceptan participación de Chile en la Comunidad Andina como Observador
Cusco 7 dic. 2004. El Consejo Andino de Ministros de Relaciones Exteriores aprobó anoche la solicitud de Chile de participar como Observador en la Comunidad Andina, según informó el Secretario General de la CAN, Allan Wagner.
La solicitud del gobierno de Chile fue dirigida, mediante una comunicación, al Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú que tiene a su cargo la Secretaría Pro Témpore del Consejo Andino de Cancilleres.
Wagner recordó que Chile fue originalmente miembro de la Comunidad Andina, denominada anteriormente Pacto Andino o Acuerdo de Cartagena, y se apartó de ella en 1976. "Ahora, en un contexto en que los países y los grupos de integración comenzamos a articularnos, Chile ha pedido incorporarse como Observador, en camino a una asociación con la CAN", subrayó.
Chile no es el único país que ostenta el status de Observador. En la VIII reunión del Consejo Presidencial Andino, celebrada en Trujillo en 1996, se acogió la solicitud de Panamá de integrarse como tal.
Asimismo, en la reunión extraordinaria del Consejo Andino de Ministros de Relaciones Exteriores, celebrada en Nueva York el 21 de septiembre de 2004, se acordó extender una invitación a México en calidad de Observador, en desarrollo de la Directriz del Consejo Presidencial Andino, reunido en Quito el 12 de julio de 2004.
Otros países han participado, en calidad de Invitados Especiales, en reuniones del Consejo Presidencial Andino. Paraguay participó en la reunión de Sucre, Bolivia, de 1997 y Brasil en la reunión de Quirama, Colombia, de 2003
Cabe señalar que, a pesar de no ser miembro de la CAN, Chile continúa participando en algunas instituciones del Sistema Andino de Integración (SAI) y en determinadas normas del ordenamiento jurídico andino.
Participa en el Organismo Andino de Salud - Convenio Hipólito Unanue, que forma parte del Sistema Andino de Integración. Asimismo, es país accionista -categoría C- de la Corporación Andina de Fomento, institución financiera del SAI.
La posibilidad de invitar a gobiernos de terceros países como observadores está prevista tanto en el reglamento del Consejo Andino de Ministros de Relaciones Exteriores como de la Comisión de la CAN. Aunque no hay una norma escrita en el caso del Consejo Presidencial Andino, sí es una práctica consuetudinaria reconocida durante varios años que confirma la viabilidad de participación de gobiernos de terceros países con el status de Observador.

CHILE REGRESA A LA COMUNIDAD ANDINA LUEGO DE 30 AÑOS

Saliendo del marco de su estrategia unilateral de política externa, Chile aceptó retornar a la Comunidad Andina de Naciones después de 30 años en que el gobierno de Pinochet decidió salirse por la famosa Decisión 24 que iba contra las políticas aperturistas del país del sur.

Es cierto que el escenario ha cambiado. Ya la CAN ha dejado las políticas proteccionistas y más bien está encaminada a un modelo –matices de por medio-similar al chileno. También el contexto político es otro. Ya no existen los gobiernos militares represivos en la región, casi todos los países viven bajo el sistema democrático, no sin ciertos peligros de tendencias autoritarias. Obviamente, no estamos en el mejor de los mundos.

La situación de Chile también obedece a cuestiones geopolíticas. En América del Sur se están formando dos bloques claramente diferenciados: los países que cuentan o que van a contar con TLC y tienen políticas aperturistas, como son Chile, el Perú, Colombia y Ecuador y que coincidentemente miran hacia el Pacífico; y aquellos que estando del lado del Atlántico han preferido no suscribir un TLC como son los países del MERCOSUR, donde recientemente se ha incorporado Venezuela.

También obedece a cuestiones comerciales. Chile quiere exportar sus productos al bloque andino y un arancel cero le conviene a fin de hacer más competitivos sus productos.

Antes de fines de Agosto, se decidirá los mecanismos en que se adherirá Chile a la CAN como miembro asociado. Se están formando bloques en la región, más con sentido pragmático que ideológico. 

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